sábado, 23 de mayo de 2009

i griega

Te llamé. En medio de siete mil setecientas setenta y seis lágrimas, me vi sola; opacada por la cortina gruesa y salada e ineludiblemente sola. Te llamé sabiendo que no eras vos con el que quería hablar. Te llamé porque podía. Y jugaste, de nuevo. Y volví a entender. Y sentí el borde del pozo con la punta del pie. No me atreví a seguirte de nuevo. Estaba todo tan oscuro y frío, y hay tan pocas garantías... Y lo ví. Y sentí la necesidad de tenerlo como antes. Con él sí quería hablar. De ahora en más, siempre con él.

sábado, 16 de mayo de 2009

Todo vuelve...vuelve a ser gris

Diviso las sombras marcadas por la luz; la respiración conocida que ya no escucho; las leyes rotas que quedaron de aquel tiempo; la respuesta a todo silenciada por la ausencia; la química desaparecida por la falta de física; el paso del tiempo que resultó ser no tan lento; los acordes que extraño por haberlos criticado y apartado. Y ahora quedan las comparaciones recurrentes, esa ramada inexplorada y abandonada, la tonta capacidad para perdonar por fuera y odiar por dentro, los cambios de opinión y el vacío…
¿Se puede volver a saltar? ¿A gritar? ¿A reír para llorar? Rápidamente corro y grito y lloro de emoción y me despierto… no ha sido más que el mismo deseo que me hace ver cosas que no voy a hacer despierta. Me muevo en la resignada tranquilidad, en la resentida existencia que no deja de batallar contra los cambios. Son gérmenes de algo que nunca debió ser; se transforman en cenizas y todo vuelve… todo vuelve a ser gris.