jueves, 24 de mayo de 2007

Of the record- Patricia Rodón

Nunca te acerqués a un escritor, no dejés que te mire a los ojos y se quede allí investigándote. Huí de su constante play, de su zapping, de sus ojos de leer; porque esos ojos sueñan en thriller, en poema, en guión.
Un escritor, cuando te mira, te ve y no te ve. Sus ojos te traspasan como un flash: te sacan fotos del alma y nunca te las muestra. Las revela, las amplía y las cuelga en su baño. Te mira días y días y noches. Piensa, todo el tiempo piensa y nunca te lo dice, y tu foto deja de ser tu foto, empieza a inventarte.
Tu cara, tu sonrisa, tu pelo, tu cuerpo ya no dicen lo que decían, sino lo que él decida que digan; y empezás a dejar de ser una persona. Sin darte cuenta te vas convirtiendo en personaje sin enterarte.
Los ojos de los escritores están en libertad condicional: espaldas arqueadas de placer, escenas de greenaway, conversaciones, puteadas, editores sin escrúpulos, dinero fantasma, cursores esperando en un write y palomas corriendo por el smog. Pasan todas juntas palabras que la literatura hará santas.
Los ojos de un escritor son una película en mute, diques a punto de romperse, pura profundidad y pura superficie. Son el brillito de las miradas de los héroes de los comics, son un bajo en una road movie, son vidrieras de librerías.
Nunca dejés que sus ojos te hipnoticen; no conocen su magia, su envés, sus cristales de kriptonita verde, su gato rondando la madrugada de tu propia madrugada.
Nunca dejés que un escritor te hable, generalmente no saben lo que dicen, disparan palabras como cowboys y siempre te matan, sos un extra.
Dicen sin querer y para cuando te diste cuenta estás pegada a él, y ni Tolkien, ni los bomberos, ni Prince, ni los marines podrán salvarte.
No lo escuches, su voz es su arma: te habla y te da forma, te seduce, te hiere, te conmina, te rechaza, te pide y te hace reír.
Nunca escuches a un escritor cuando trabaja de escritor, lo que no sabe lo inventa y todo es verosímil, aunque no sea cierto. Y llega un punto o una coma en que ni a él ni a vos te importa, basta que tenga un buen principio y un final inesperado.
Los escritores mienten todo el tiempo. Dicen que no mienten, confiesan que sólo mienten lo necesario y vos sabés que mienten, muestran su parte más humana, su hilacha, su mortalidad.
No dejés que un escritor se te acerque, tienen un imán de cartoon network, de líder, de secta suicida, y si intentás alejarte, tu futuro va a parecerse al del coyote después de un encuentro con el correcaminos, y ni ACME, ni la NASA, ni Dios tienen seguro contra ese tipo de terceros.
Los escritores te ponen en evidencia; hacen que tu debilidad, la más oculta, la más preciada salga en la tapa de un diario en braile que sólo él puede leer.
Nunca dejés que un escritor te toque, olvidate de los poderes extrasensoriales, su energía es visible y provoca quemaduras de primer grado. Tené cuidado con sus manos, son bellas y hábiles, carnívoras, conocen su trabajo de gestos, de teclados, de caricias.
Nunca volverás del beso de un escritor, nunca volverás de su lengua; sus labios pertenecen a una especia inclasificable, su boca siempre está tibia como una habitación sin ventanas. El beso de un escritor es más que una acción corporal. Un escritor no te besa por deporte, ni refugio, ni victoria; un escritor te besa porque no puede con su cabeza, con sus ganas, con su miedo. Si un escritor te besa nuca serás la misma. No te enamores de un escritor, nunca podrás olvidar, ni evitar, ni disimular sus huellas. No hay nada más difícil que amar a un escritor, no hay nada más fácil que amar a un escritor.
Reviví esa sensación, como la que tuve cuando me enamoré de alguien que olvidó amarme; como cuando se desgarra algo en el pecho pero éste sigue sano; como cuando intentamos correr en una mañana muy fría sin previo calentamiento; como cuando armamos palabras, frases, hipótesis sobre lo inexistente; como cuando prometemos algo que sabemos no vamos a cumplir; como cuando dormimos queriendo soñar con alguien determinado y simplemente no se aparece, ni siquiera en sueños; como cuando intentas entender ciertas actitudes, algunos comportamientos pero no se logra; como cuando salís corriendo para alcanzar el colectivo, dejando tus pulmones en el recorrido, para que cuando llegues te des cuenta de que está fuera de servicio; como cuando se intenta crear algo innovador y te encontrás con la misma idea ya anotada en tu cuaderno; como cuando amás, querés, apreciás y olvidás; como lo que te pasó; como lo que sentiste y pensaste; como saltar a un precipicio y querer mirar el cielo; como subir a una montaña de arena; como dormir poco o no dormir en lo absoluto; como escuchar estupideces que se meten en tu cabeza y no te dan opción al cambio; como cuando buscás cambiar y no podés; como cuando querés deja de querer a alguien pero te gusta quererlo; como reirte cuando no querés y mantenerte seria cuando no podés; como cuando pensás sólo en vos e intentás ser solidaria; como aumentar tu capacidad haciendo mediocridades; como escribir sin sentido sólo para compensar el tiempo perdido; como cuando entendés lo malo, lo bueno, lo venidero; como cortar con la inspiración; como dejarla fluir; como entender y entenderte; como decepcionar, cansar, repetir por falta de ideas; como fracasar en lo sencillo y triunfar en lo complejo; como adivinar tu futuro y el de los que te rodean; como adivinarlo porque querés controlarlo; como cuando filosofás, llorás, sangrás, jugás…; como cuando volvés, permanecés y terminás; como cuando te caes y no querés levantarte; como cuando si querés pero no podés porque te empujan, porque te faltan fuerzas, ganas; como cuando jurás y perjurás, como cuando aparentás… Momentos infelices desbordan tu realidad, momentos que te enseñan, que te enojan, que te matan y decepcionan, salidas con extraños, sanadores de almas totalmente desconocidos, fenómenos llamados amigos, saltos suicidas para ser salvado, esperanzas perdidas para ser considerado, tristeza infinita con su felicidad efímera, consideraciones futuras de un crucigrama sin soluciones… tu vida, sin saber si está bien o mal. Atrapada en la lucidez de la locura, en la cordura de tu delirio que no deja de crecer; expresiones in entendibles junto con tu propia seguridad y claridad en lo inexplicable. Un sueño que vuelve, un rencor dentro del amor y lo mejor… vos.

Cosas que me causan placer

· Saltar las baldosas de las veredas de dos en dos.
· Mirar una tormenta desde adentro de mi casa.
· Despertarme en el medio de la noche y descubrir que faltan tres horas para levantarme.
· Escribir lo primero que se me venga a la cabeza y descubrir que tiene sentido.
· Pasear por lugares que me recuerden tiempos mejores.
· Llorar soltando la angustia acumulada y reírme de alivio cuando termino.
· Caminar en las tardecitas de Buenos Aires porque tienen ese qué sé yo, ¿viste?
· Llegar a la parada del colectivo justo cuando éste llega.
· Cantar y bailar cuando nadie me ve.
· Mirar el cielo en el campo porque ahí es donde las estrellas se ven de verdad.
· Enganchar mi canción favorita en la radio justo cuando está empezando.
· Sentir adrenalina antes de salir al aire en la radio.
· Triunfar en lo complejo.
· Descubrir una estrella fugaz y alcanzar a pedir un deseo.
· Estar algún tiempo abajo del agua sólo para sentirme viva cuando el aire vuelve a tocarme.
· Entender que la vida es locura, o saber que debería serlo.
· Estar con quien yo quiera, no con quien quiera estar conmigo


Cosas que me desagradan

· Enamorarme de alguien que olvidó amarme.
· Que mi pecho se desgarre pero que, a simple vista, siga sano.
· Dormirme queriendo soñar con él y que no se aparezca, ni siquiera en sueños.
· Salir corriendo para alcanzar el colectivo y al llegar darme cuenta de que está fuera de servicio.
· Intentar crear algo innovador y encontrarme con la misma idea ya anotada en mi cuaderno.
· Sonreír cuando no quiero y mantenerme seria cuando no puedo.
· Saber que existen maneras para todo, excepto para hallar esas maneras.
· Intentar alejarme y que eso, inevitablemente, me traiga más cerca.
· Tener que pedir perdón cuando no soy culpable.
· Las mentiras mal disimuladas.
· Las verdades mal dichas.
· Tener a alguien muy cerca y darme cuenta de que es inalcanzable.
· Que me pregunten si estoy bien cuando me ven mal.

Algo de más


Hay q soñar sabiendo lo que viene. Hay que sentir, sabiendo que va a ser bueno y que vale la pena. Las explicaciones no sirven demasiado para los otros, es a vos mismo a quien tenés q encontrar, entender, explicar porque estas acá sintiendo esto, porque estás acá queriendo soñar tan alto, queriendo sentir todo lo q se nos prometió cuando llegamos a esta vida, saber descubrir cuáles son las pruebas y cuáles las recompensas, y por sobre todo, respetar, respetar el destino señalado, respetar los baches en el camino, las piedras gigantes que parecen imposibles de pasar. Entender que por algo tenés a la gente que te rodea, saber diferenciar entre lo pasajero y lo que queda para acompañarnos siempre.

Se mira al horizonte


Sorprende la cantidad de cambios q nos resignamos (arriesgamos) a aceptar. De una u otra forma, se adaptan a nuestra vida como la pieza de un rompecabezas en un lugar q, a simple vista, parece el correcto, pero q cuando se intenta poner, termina siendo el espacio equivocado. Ahí es cuando presionamos más… la idiotez humana. Aceptamos lo complejo, pero en lo sencillo mantenemos un absurdo orgullo nacido de una supuesta experiencia personal. Y se mira al horizonte, y se ve, a lo lejos, la esperanza. Pero la vemos tan inalcanzable q las fuerzas acaban un cuarto antes de llegar. Pensamos: "falta tanto", sin darnos cuenta de q nunca habíamos estado tan cerca, sin darnos cuenta de q nunca mas volveremos a estar así de cerca.

La delgada línea

Pequeñas gotas de espuma se desvanecen. La delgada línea que une la imaginación a la locura se rompió. Ahora puedo decir que estoy loca, que hay un mundo de sueños afuera, que la esencia no se termina, y que soy feliz.
Extraña y huidiza felicidad. Aparece cuando no la llaman, cuando no la esperan. En el fin se vuelve al principio, termina siendo inevitable, así como cada una de las ideas que flotan y que agotan. Gracias por haberme ahogado, porque ahora, estoy viva.

Es una vida que no alcanzó a defenderse, que no logró escapar. En un mundo de incontinencias retenidas, con grandes esperanzas, con abrumadoras lanzas que acuchillan y matan. Símbolos que vienen y van, entretienen sin entender, sin ver. Cambios que se resisten a ceder, lágrimas únicas, sustanciosas, con la melancolía impresa en ellas.
Espejos sobrenaturales, alegrías desechas. Lugares especiales, respuestas sin una pregunta que las haga temblar.
Y me encanta, y lo disfruto a cada segundo. Es una locura única y transparente, que desarma a la rutina y sus grises acompañantes.