martes, 9 de febrero de 2010

Cosas en las que solía creer

v En las mariposas en el estómago.

v En las terceras y cuartas oportunidades cuando estás enamorada.

v En el cambio.

v En los amores imposibles.

v En el presente.

v En que la realidad podía ser cambiada con mucho esfuerzo.

v En las palabras.

v En los gestos.

v En el amor eterno.

v En las intuiciones.

v En pelear contra todo para lograr los objetivos.

v En lo inevitable de volver.

v En lo débil de mi pensamiento.

v En que la cárcel me la imponían otros y no yo misma.

v En la catarsis escondida en las canciones.

v En la lentitud.

v En el otro deja vu.

v En los monstruos debajo de la cama y en los fantasmas en el placard.

v En que la niñez no iba a desaparecer nunca.

v En la necesidad de alguien.

v En que nunca más iba a caer en este pozo.

v En el nihilismo.

v En los puntos finales.

v En las comedias románticas con sus finales estáticos.

v En los balances de la/mi vida.

v En la imaginación.

v En que la inspiración cae del cielo.

v En que mis ideales son inamovibles.

v En los finales felices.

lunes, 8 de febrero de 2010

La rodea la hipocresía. Aumentan las voces para llamar su atención; escucha ese ruido molesto, agudo e insoportablemente pesado. No es posible librarse de tal peso, de tanta realidad. Cambian los sentidos, los latidos. La siguen e intentan mimetizarse; logran llegar a aquel precipicio que consideraban incuestionable. Una oscuridad tapada con pequeños puntos brillantes que no alcanzan a disfrazarla. Todo es falso, y se sabe. Y si los otros decidieran seguir a pesar del riesgo de caer, lo obvio es seguir caminando, ser parte de tan inoperante multitud. Y si el cansancio por lo tan poco singular aparece, debe ser retenido; lograrlo es ganar. Y si se decide parar, se carga con el peligro de ser arrojado hacia la corriente. No se acepta la honestidad. Tanta simulación no sirve para tapar a situación tan patéticamente simplona, sin gracia. Ya no se quiere llorar, ni reir, ni nada. Se paran y se desmoronan en la nada mundana; y así seguirán hasta que se adapten o mueran. Definitivamente mueran.

martes, 2 de febrero de 2010

Me he preguntado muchas veces el por qué de mi historia, la sucesión cíclica de eventos que están destinados al fracaso. Me pregunto y respondo siempre lo mismo: porque me lo merezco. Tantas situaciones apresuran el fuego y lo obligan a morirse de sed. No existe un solo párrafo u oración que me ayude a describirnos; no existe el pasar por todos los cambios sangrantes pero invictos. Y hay tantas cosas nuevas que he dejado pasar por tanto pasado. Ya era hora de dejarnos ir, de entender que no se puede salvar lo que no quiere ser salvado. Ayudame a destruirnos para preservar lo poco que quedó intacto, ayudame a no esperarte, a imaginar un futuro alejado uno del otro.