sábado, 31 de octubre de 2009

Sara Bareilles - Gravity (Live 2008)

Something always brings me back to you.
It never takes too long.
No matter what I say or do I'll still feel you here 'til the moment I'm gone.

You hold me without touch.
You keep me without chains.
I never wanted anything so much than to drown in your love and not feel your reign.

Set me free, leave me be. I don't want to fall another moment into your gravity.
Here I am and I stand so tall, just the way I'm supposed to be.
But you're on to me and all over me.

You loved me 'cause I'm fragile.
When I thought that I was strong.
But you touch me for a little while and all my fragile strength is gone.


I live here on my knees as I try to make you see that you're everything I think I need here on
The ground.
But you're neither friend nor foe though I can't seem to let you go.
The one thing that I still know is that you're keeping me down

Qué hacer...


¿Qué hacer cuando lo único que se quiere es revivir una felicidad desaparecida hace tiempo?¿Qué hacer cuando la realidad se hace presente y se acaban las esperanzas? ¿Y si ya fuera el momento de hacer lo que sé que tengo que hacer?¿Y si ya no puedo alargar la mentira ni las excusas?
No es fácil dejar de aferrarse a una realidad de un año y a una idealización de otro. ¿Cómo se sigue si el fuego se apaga mientras te quema?¿Qué hacer cuando la desilusión constante ya ni siquiera me hace sufrir?¿Qué hacer si lo único que se genera es bronca, lágrimas de una furia mal retenida?

Es hora de limpiar, aunque lo doloroso sea, justamente, esa limpieza final, esa sensación de vacuidad inabarcable, de blanco.
No sé por qué siempre me he imaginado la nada como una gran habitación cuadrada, sin sombras, ni siquiera la mía, absolutamente blanca y luminosa. ¿No es mejor eso que un mundo caótico, lleno de fotografías superpuestas, oscuridad y mucho enojo?

Hace no tanto tiempo atrás, solía tener pesadillas terribles: gritos, sangre, personas cazando y aumentando el dolor. No podía moverme o levantarme, ni gritar. Lo único que me quedaba era protegerme con la mente. Me imaginaba esa habitación en blanco, aparecían manchas ruidosas que me hacían llorar; pero lo lograba, controlaba los ruidos, las imágenes de desesperación, y quedaba todo en blanco, la nada pacífica.

¿Pero acaso no dicen que la vida que tenés es la que has elegido? ¿Y si yo elegí ese desorden, esos excesos de maldad en mis sueños? Quizás lo blanco y luminoso no es lo que busco, acaso sigo buscando sufrir para vivir. Tantas veces he pisado esta tierra sin sentimientos. Toda esa parte de mi pasado ha sido borrada de mi memoria por no tener esos picos de pasión, amor, desilusión, corazones rotos... a lo mejor fue así, seguramente elegí vivir.

domingo, 25 de octubre de 2009

Medio Corazón

Miró hacia la nada, los oídos se llenaron del sonido de la multitud. Sus ojos empezaron a ver en blanco. Se desmoronó pero se veía igual, se desmoronó pero siguió sentado mirando hacia la nada.
Se tocó el pelo, su mirada se fundió con su mente. Pensaba en ella, en cómo nada era igual, preguntándose cómo habían llegado a esa situación tan infeliz.
Me miró con un ensoñamiento nebuloso. Nada le importa ya, nada. Sentía un pedazo menos, una vida mitad vacía, mitad vivida, sintiendo todo, nada, la nada. Reflexionó sobre el punto en el que estaba parado y pensó en ella.

Ella. Ella que no logró detener las consecuencias de sus histerias, no pudo con su genio ni con su amor. Y él, que soñó tantas veces con la necesidad de escaparse, de perseguir a su otra realidad, la que no eligió.

Tuvo un deja vú. Cambió de postura, incómodo. Volvió a mirarme, esta vez lo cubría todo tal manto de oscuridad que no reconocí lo que me decía, no ví lo que necesitaba.

Se sacó la mitad del corazón y la dejó arriba de la mesa. La dejó sabiendo que sólo yo podía verlo. ¿Por qué? ¿Quería empezar de nuevo? ¿Quería desaparecer? ¿Quería recuperar su mitad? ¿Y si no lo lograba? ¿Y si no era su mitad? Podía morirse, pero se arriesgó, sintió la urgencia de dejar su medio corazón arriba de la mesa.

sábado, 24 de octubre de 2009

Es hora. volvamos a terminar con tanto de vos y yo. Cansa. Ya es hora. Me recorre el frío, la certeza de la equivocación, la cobardía del cambio. Vamos a olvidar el mundo, a reclamar el descanso merecido, a saltar y correr alrededor de la tristeza. Correr y correr hasta achicarla, hasta no verla.
Vamos a olvidar el mundo, a sentarnos y ver la realidad de la soledad, los repiques insistentes de la vieja vida.
Estoy viviendo una hipocresía quemante, dolorosa, injustificada. Estoy viviendo un vacío sin fin, en donde nada vale la pena. Estoy viviendo en un mundo banal e insignificante, que gira y mata rápido, que augura y cumple lo peor.
Estoy viviendo en una mentira, usando una careta tras otra, una vida tras otra...
Pero en definitiva, lo quemante no es la hipocresía, sino, no haberme dado cuenta a tiempo. O sí, pero no verlo ni prestarle atención.