Cerca del cielo corro, todavía no aprendo a volar. Me parece haber visto un rostro. Se marca por la tristeza y la vergüenza. Sus ojos implorantes me obligan a desviar la mirada. Sé de su sufrimiento, de su eterna estática, de la ansiedad por mostrarlo, por ser descubierto.
Me estás llevando… puedo verte. Tus ojos se van deformando, se caen, se queman. Te acercas, cubrís toda mi visión. Tan luminoso…tan iluminado, con tu aureola a media luz. Llegaste….vos, mi milagro personal.
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