Hay situaciones que proyectás, pero sabiendo muy adentro que no van a pasar, al menos no ahora. Realidades que no salieron en los diarios, cosas que ningún horóscopo supo advertirte a tiempo. Experiencias para las que no estaba preparada, no entendía, no podía preguntar.
Se sucedieron eventos encadenados que divisé al final: todo había pasado por otra cosa, pequeñas conversaciones, imperceptibles gestos, desesperación, mente en blanco que devinieron en pérdida.
Traté de mantener la última pizca de la vieja moralidad que, me guste o no, siempre tuve y ahora escucho.
Lo único q me llega desde afuera es un rápido y cansino “ya fue”, pero desde adentro… ¿quién me ayuda a tranquilizarme? ¿A quién le importa si no es a mí que lo viví, lo sentí, te vi…
Perdón…no mucho más.
1 comentario:
la verdad que la vida a veces no nos advierte, que macana. Las imprecisiones morosas que adeudan nuestro existir se escabullen en mares de sombra, por suerte se inventaron los semáforos...
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