Intento dormir y se sucede una tira de imágenes veloces, que no van hacia ningún lugar, que distorsionan los recuerdos, los mimetizan con la realidad, crean esa empatía falsa que agobia a los esperanzados.
¿De dónde salió tanta inseguridad? ¿Qué pasa con todo lo que no puedo entender por ser tan común y atípico? Voy a repensar la vida, las situaciones, las responsabilidades. ¿Acaso importan? ¿Me cambian la vida? Veo lo mismo de siempre, todos los días, a toda hora. Ya había olvidado tanta maldad, incomprensión, envidia y bronca gratuita.
Se puede cambiar de vida, seguir un camino que no se eligió, estar con quien no se quiere, caminar con quien no se debe y seguir.
La necesidad de vacuidad está basada en que en algún momento, la culpa se tiene que acabar, de alguna manera todas las habilidades que tengo deben dejar de existir. ¿Por qué? Porque no sirven, porque son una falsa imagen de lo que se fue y lo que se es.
¿Y qué he hecho para cambiar la perspectiva? Aparte de entender un poco más lo que hago… y ni tanto, ¿que se me genera al ver caminar mi vida hacia ese precipicio? ¿Qué siento de tanto señalamiento con el dedo? ¿Me importa? La verdad que no, la vida es una sucesión cíclica de eventos dicen por ahí. Realzan y ensalzan imágenes pasadas que no tuvieron nada de espectaculares cuando pasaron, pero que hoy se recuerdan con un brillo de emoción creado por la imaginación, mezclada con sentimiento cliché y un poco- sólo un poco- de cerebro.
Son las 3 y media am hora argentina. Me voy y dejo tanta locura y desparramo para después.
1 comentario:
Pregunto, Pao: ¿Estás escribiendo en algún otro espacio virtual?
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